jueves, 4 de abril de 2013

Gulasch con polenta




 Cuando una carne de res entra en la boca se expande a través de nosotros. Creo que comer es perderse, olvidar por un momento las inevitables desgracias del mundo.
 Es preciso de vez en cuando, como terapia de sopor, introducirse en un plato de sopa bien condimentado y cohesionarse con él. Como si tú y la sopa fueran uno mismo. Este es el camino para ser eterno, probando la vida hasta el infinito. No hay memoria más fuerte que la de los olores y creo que no solo los perfumes merecen ser recordados. Hay un halo fantástico en los aromas que se desprenden de un buen guiso. Ese toque plausible de  catarsis que necesitamos todos cada día, después que el jefe nos ha jodido, que peleamos con un compañero, que tenemos al niño enfermo, vamos, allí, al igual que con la música y los atardeceres, a olvidarlo todo con la experiencia que no nos puede golpear, porque nos alimenta;  la combinación de carnes y especias, de harinas, clavos de olor y mantequilla.


 La deliciosa transformación de una multitud de pequeños aros de cebolla,  exhalando sus humus, sus almas lacónicas a favor de nosotros. Siempre pensé que las cebollas envueltas en aceite eran las redentoras cotidianas de una época donde la tecnología desapasionada puede hacernos perder el contacto con el mundo de las sensaciones y no hablo de aquellas inducidas a través de la pantalla, procesadas a través de un código. A veces la gente se cansa de los mediadores, siempre ha sido necesario buscar nuestras raíces perceptuales; hablo del encuentro, del enfrentamiento con los estímulos ¿No es un buen guiso un estímulo de primer orden?

Habrá a quien no le guste, pero este Gulasch que traigo hoy invita a quien quiera a desprenderse de su vida diaria y meterte en el maravilloso espacio de tiempo de la evasión. Lo necesitamos todos los días ¿No es cierto?  Así que una receta tan sencilla debe ser practicada con mis súplicas a quien lea este post. Con polenta nunca lo había probado pero el resultado fue  una combinación que se presenta como esas experiencias distintas que vivimos pero que nos gustan, porque merecen la pena, porque tienen millones de cualidades como este gulasch, ese que ven ustedes ahí y que yo recomiendo poner en práctica.
¿A qué esperan?

 Preparación del Gulasch:

1. Cortar para el gulasch el tocino en trozos bien finos. 

A continuación coja la carne de res y córtella también en finos trozos ( bueno, no tan finos, como usted los quiera),  pueden ser de aproximadamente 4 o 5 cm. 


Seguimos con el plan de cortar, coja las cebollas y córtelas también en finos trozos. 

Pique el puerro en pedacitos pequeñitos.

Corte las zanahorias.

2. Tome una olla grande y cocine el tocino a fuego alto, agregue, por supuesto, el aceite de oliva, eche la sal, la piminta al gusto a la carne, claro. Meta la carne en la olla. Mezcle con un cucharón de madera.
3. En otra olla sofría la verdura hasta que haya despedido sus jugos. Agregue esta mezcla a la olla donde tiene la carne y el tocino.

4. Agregue el caldo de carne y el vino. También eche la hoja de laurel.


5. Deje este guiso  fuego medio durante dos o tres horas, hasta que la carne esté blanda, remueva de vez en cuando. 


6. 30 minutos antes de apagar el fuego eche el tomillo y la rama de albahaca.


7. Trate de recuperar algo de zanahoria, cebolla, apio y puerro del guiso y haga con esto un pure, pasándolo por el turmix, enseguida vuelva a echar este puré en la olla.



Receta de la polenta:
1. Cocine el caldo de pollo y échele el aceite de olvida.
2. Deje esto  como diez minutos, siempre batindo con un cucharón.
3. Eche maíz y bata remuva.
7. Eche la sal, la pimienta, la nuez moscada y la cáscara de limón.
8. Corte las pequeñitas ramas de perejil y cuando esté cocinado esparza.
9. Para servir eche las ramitas de apio por encima del gulasch.
10. Sirva.




1 comentario:

  1. vaya! con lo que me gusta el gulash!!!
    Me ha encantado la forma de presentación que usas, voy a fisgar platos
    Besos

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